Publico tarde e.e pero por lo menos aún es sábado XD
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Las miradas concentradas en ellos eran escalofriantes. Daiki logró ver a muchas chicas -novias de Kei, como él pensaba- mirarles entre la sorpresa y la fascinación. 
Maldición, solo había ido por su almuerzo. Kei no tenía que armar tanto alboroto por algo tan simple. Se hubiese comido lo que no le correspondía pero su madre hacía comidas distintas, Kei comía muchas cosas que él no. Y estaba seguro que el mayor esto no lo sabía. 
Su madre se esforzaba por que fueran una familia, aunque no lo entendía del todo.

Kei le soltó cuando se hallaron a solas en la parte trasera de uno de los edificios. No había ventanas, solo un pequeño patio con un árbol. Las piedras sonaron cuando el menor le haló, pues intentó detenerse para no estar muy cerca del otro. Kei se veía furioso. Entendía que se avergonzara de su padre y de él, pero había cosas que no se podían evitar.

-¿Qué pretendes? Te gusta molestar, ¿verdad? -Daiki miraba cómo su hermano se despeinaba y daba vueltas en círculos. Era un total exagerado.

-No seas idiota -tal revelación al mayor le colmó solo un tanto la paciencia- ¿Crees que es mi culpa? Fuiste tú quien salió disparado esta mañana y tomó la caja equivocada.



-¿Y no podías simplemente comer mi almuerzo? -Daiki se encogió de hombros para luego cruzar sus brazos. Esta sería la conversación más larga que tendría con Kei, pero lástima que fuese una discusión.

-No comemos lo mismo -Kei eso no lo entendió.

-¡Faltaste a la promesa! -su dedo acusador le intimidó un poco.

-No hice ninguna estúpida promesa contigo -escuchó unas pisadas acercarse, mirando tras Kei, se trataba de la chica con la que siempre estaba. Se preguntó qué tipo de relación tendrían- Si quieres ignorarme y evitar cualquier contacto conmigo en la escuela pues haz las cosas bien. 

Kei rió -Yo siempre hago bien las cosas, el que llegó a fastidiar todo fue otro -las cejas de Daiki se alzaron. Por un momento había creído que Kei no podía ser tan infantil.

-Qué, no me digas que ahora te pondrás a llorar como un niño de dos años porque cree que le quitaron a papi -no era su culpa, Kei había iniciado con ése tema- Madura, ¿quieres? Fue tu padre quien comenzó una relación con su secretaria. No vengas a culparme aquí. Te sientes tan hombre -los hombros de Daiki se ancharon-, tan macho llevando prostitutas a casa como si yo no existiera -sus ojos se hicieron más pequeños. Kei no podía hablar- Oh, querido hermano -sonrió- permiteme decirte que eso no te hace tan diferente a papá. -su sonrisa se torcía.

Hubo silencio, un muy incómodo silencio para la chica que  pretendía estar escondida. 

-Oh, dios -la voz a su lado la distrajo, pero no lo suficiente cuando Daiki daba un paso hacia atrás luego de recibir una bofetada de parte del mayor- si no los detienes tú yo no lo haré -el delegado del salón del menor de los Inoo parecía bastante emocionado. Y sonrió cuando Daiki le devolvió el golpe con la mano empuñada, hasta empuñó la propia como si animase la pelea.

Kei soltaba un suspiro en medio de una sonrisa. No lo admitiría, pero Daiki daba buenos golpes -Si yo soy papá entonces tú eres como la puta de tu madre.

-Tu amigo en verdad quiere morir -la chica quiso ignorar tal comentario, pero ver cómo Daiki saltaba encima de su hermano, tirándolo sobre la tierra con un simple movimiento de pies, le hizo aceptar esas palabras. Kei era hombre muerto.

Daiki era un verdadero demonio con los golpes. Kei tenía buenos reflejos, por lo que un puño del menor dio sobre la tierra, pero la adrenalina era tanta que Daiki no se detuvo aunque el mayor haya cambiado de posiciones y ahora le sostenía de las muñecas. Kei sonrió y pensó que ahora le sería fácil ganar, sin esperarse que Daiki usara la cabeza, literalmente. Así era él, si solo le quedaba la cabeza para usar la usaría. Eso rompió su labio e hizo sangrar su nariz. Ahora Kei debía de admitirlo y es que Daiki era muy bueno peleando porque en su rostro no había rastro de dolor, solo una expresión fría y todos esos tonos fuertes que dejaron sus puños, un poco de tierra por aquí, otro poco por allá. Se revolvían como cerdos en el barro.

-Crees que puedes fastidiarme y ganar -Daiki le empujó quitándoselo de encima. Se levantó como si nada aunque le doliera la mejilla. Pero nada quedaría así. Kei fue rápido, y el puñetazo que lanzó le hizo caer al suelo nuevamente. Ahora el labio de Daiki también estaba roto, se podría decir que estaban a mano.

-Eso no cambia que seas igual a tu madre -quería sonreír, pero sabía que se vería patético si sus dientes estaban bañados en saliva y sangre.

El delegado se fijó en esa mirada asesina del menor, y pensando que ya era suficiente se acercó trotando hasta su compañero.

-Creo que ya es suficiente Kei -Mizuki hizo aparición para sostener a su amigo, revisando al instante su nariz- Esto no pasará desapercibido para tu padre y la condición de tu hermano tampoco -habló bajo. Kei apartó la cabeza, seguía fastidiado. Intentó ver a Daiki pero el delegado se lo hacía imposible al estar en frente.

-¿Son hermanos? –preguntó el delegado y Kei intentó negarlo cuando apareció un profesor y unos cuantos estudiantes que habían presenciado la pelea desde lejos.

Lo que sucedió después se convirtió en innumerables rumores. Kei, el niño lindo de la preparatoria había golpeado al chico trapero. Nadie contó la versión en donde Kei estaba igual de herido porque fueron las chicas quienes comenzaron el rumor. Kei era una especie de alumno ejemplar –dejando de lado su conocida obsesión por las chicas– y que haya sido participe de un abuso (porque así lo veían la mayoría de los adultos ya que Daiki se hizo conocido por no defenderse) no fue agradable para los profesores, estos se preocuparon de lo sucedido y fue inevitable que llamaran a los padres de ambos. Para mala suerte de los hermanos el que llegó para ver el problema fue ni más ni menos que el padre. Si bien el señor Inoo creyó en algún momento que algo así podría llegar a suceder lo dudó luego de que comenzaron una vida juntos. Creía que su hijo mayor era lo suficientemente maduro para no cometer tal tontería. Estaba avergonzado e incluso de Daiki, pues por lo que veía Kei tenía varias heridas y una roja nariz después de sangrar tanto, ni que decir de su labio inferior. Pensó que al cambiar de escuela Daiki se comportaría, no volvería a las peleas, hasta le obligó a teñirse el cabello castaño para verse como un joven estudiante normal y no un delincuente. Kei en verdad tuvo suerte de no terminar desmayado por los golpes, tal vez Daiki se midió porque era su hermano, el señor Inoo no lo podía saber pero debía pronto encontrar una solución a esta actitud, y pronto se refería a un castigo con el que ambos deberían aprender a vivir.

El sermón al llegar a casa no se hizo esperar. Ambos quedaron suspendidos por una semana. Por lo menos no tendrían que lidiar con las constantes preguntas en la escuela. 
Al día siguiente ambos se despertaron por los constantes ruidos y voces. Ya eran pasado el medio día y Kei fue el primero en levantarse para ver qué sucedía. Su padre salió de una de las habitaciones pero le ignoró y bajó la escalera. Pronto Daiki y Kei estaban en profundo silencio almorzando. La madre miraba constantemente a sus hijos, sus ojos iban desde sus hijos hasta su esposo, preocupada con una taza en ambas manos mientras el vapor se cruzaba por su vista a veces. Estaba bebiendo un café porque la conversación con su esposo por la noche no le permitió dormir bien, y es que el hombre había tomado una decisión muy drástica para resolver las indiferencias entre Daiki y Kei, no había manera de que fuera a funcionar pero como esposa debía apoyar las decisiones de su marido. La mujer tragó lo último de su café cuando el hombre de familia apareció con dos maletas en las manos, las cuales dejó caer al piso. Sus hijos mirándolos sin entender.

-Guarden ropa y lo que necesiten –los hermanos se miraron pero solo un momento cuando Kei observaba la escena sin entender, sus cejas se curvaban cuando Daiki solo miraba a su madre intentando pedirle una explicación al comportamiento del hombre mayor.

-¿Iremos a alguna parte? –El señor Inoo se veía demasiado serio como para decir que se irían de paseo.

-Cuando hayan terminado espérenme fuera de sus habitaciones –el hombre se fue y Daiki atacó con la mirada a su madre, pero ella huyó tan pronto como pudo. Se excusó que debía hacer unas compras para la cena.

Ahora que ambos estaban a solas Kei se dio el valor de hablar- Sabes que esto no estaría sucediendo de no ser por ti –Daiki solo volteó los ojos e intentó, de verdad intentó ignorarlo mientras tomaba su celular y escribía unas cuantas cosas en el-  No sé lo que el viejo trama, tal vez piensa enviarnos con los abuelos –definitivamente Kei estaba hablador- sabe que es un fastidio ir con los ancianos. ¿Qué haríamos, ayudarles a cosechar y dejar que nos piquen los mosquitos en la noche? –hubiera dicho más si Daiki no hubiera tomado la loza ocupada y dejado en el lavaplatos. No se aburriría en una estúpida conversación con su hermano. Se fue mirando el celular ignorándolo completamente.

..
Con sus cosas ya listas en las maletas ambos miraron a su padre cuando este se acercó a cada habitación con unas llaves y cerró ambas puertas con el seguro. Kei creía que definitivamente serían enviados con sus abuelos paternos, ¿no podía haber un castigo menos horrible?
Su padre se alejó solo parar abrir la puerta de la habitación que usaban como guardarropa, era espaciosa y podían guardar incluso muebles y otros elementos que no utilizaban.

-De ahora en adelante dormirán aquí. Les compré una litera, ustedes decidirán qué lugar usarán. Las salidas están prohibidas, se quedarán en su habitación estudiando mientras arreglan sus indiferencias y ayudarán a su madre con el quehacer de la casa. Daiki ayudarás con la comida de las tardes y Kei con la cena.

-Espera, espera. ¿Estás tratando de decir que debo compartir habitación con él? –El brazo de Kei se extendió apuntando a su hermano que no estaba con el mejor rostro. Si ya se llevaban mal no había manera que dormir en la misma habitación fuera la solución.

-No estoy tratando, lo estoy haciendo. 

-No gracias, prefiero dormir en el sofá –Kei quiso marcharse, todo esto era una estupidez.

-Detente ahí jovencito, ni se te ocurra dormir fuera de tu habitación. Si no quieren hacer esto entréguenme sus celulares. El castigo será para ambos –¡Su padre se había vuelto loco! Celulares no, Daiki no estaba dispuesto a entregar algo tan valioso y con lo único que podría comunicarse si no podía salir- No televisión, no música, no llamadas, no salidas, ni computadora –Kei se arrepintió al instante, aunque quisiera fastidiar a Daiki y que si desobedecía el saldría afectado era agradable, sobre todo después de ver su cara de pánico intentando transmitirle unas palabras para que no hiciera algo estúpido, sí, esa expresión pegaba muy bien con Daiki. 
El señor Inoo al ver que su hijo se quedaba les dio espacio para que entraran a la habitación, Daiki fue el primero en ingresar y tiró su maleta en la cama de abajo. La litera era de madera con un conjunto de cajones que formaban una escalera a los pies de las camas. La habitación tenía dos escritorios, uno en cada esquina, pero muy cercanos con un pequeño ropero.

-¡Ey no! Yo quiero esa cama –Kei se había apresurado en lanzar también su maleta encima.

-Fui el primero en tomarla.

-Pero yo la quiero.

-Y a mí qué me importa. Llegué primero. –Dispuestos estaban a comenzar una pelea.

-¡Silencio! Kei tú usarás la cama de arriba. 

-¿Qué? Pero si yo…

-No me importa cuál es la que quieres. Usarás la de arriba y se acabó. No quiero escucharlos gritar. A la primera pelea les quitaré los celulares –Kei no tuvo de otra que morderse la lengua mientras maldecía a su hermano y tiraba su maleta arriba. Maldito sea Daiki, y su padre por tener un favorito. No existía justicia en esta familia.

Su padre estaba aliviado de calmar las aguas y que existiera algo con qué amenazarlos. No estaba en sus planes quitarles los celulares pero si llegaba a ser necesario no lo dudaría.

-Acomoden sus cosas –el hombre se alejó hasta tomar el pomo de la puerta- Les regresaré sus habitaciones cuando hayan arreglado sus indiferencias y espero que sea pronto –se fue con esas palabras.

Kei y Daiki no se podían llevar bien, ni viviendo en la misma habitación es por eso que el hermano mayor en un silencioso movimiento le dio un almohadazo a Daiki, el cual respondió comenzando así una nueva pelea, esta vez silenciosa.

Continuará… 

3 comentarios:

Paoo Inoue dijo...

Jajajaja pensé que los iban a mandar al infinito y más allá. Entiendo a Kei yo también armaría bronca

Yojhannah dijo...

Chaaaaaa! Y desde hace siglos quiero incesto en este fic y nada ;-; solo me rompes mi kokoro, en fin lo amo y seguiré esperándote

YuukiNii dijo...

Perdón u_u ya vendrá el incesto :c no desesperes.

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