Ya había perdido la cuenta de todos los intentos que hizo para hablar con Ryutaro. Por más que le siguiera y por más que le llamara, éste ni siquiera se tomaba la molestia de voltear a mirarle. Ningún gesto, ninguna palabra. Nada. No obtenía ninguna respuesta de su parte.

El asunto de Inoo Yuri no avanzó. El chico no se le acercó ni mucho menos le habló, solo tuvo la oportunidad de cruzar miradas con él en dos ocasiones, en las cuales le observó con evidente molestia. En otra solo le observó desde lejos mientras seguía a Ryutaro, con quién sí mantenía una conversación. Fue entonces cuando pensó en mirarle bien, notando que el chico le seguía a donde fuera, y seguramente cada que no se encontraba alrededor de Ryutaro era porque tenía otras cosas que hacer.

Un día le descubrió escondido tras los arbustos, mirando a Ryutaro de una manera extraña, tanto que le dio escalofríos. Veía claramente cómo paseaba su lengua alrededor de sus labios al imaginar lo que sería probar la boca achocolatada de Ryutaro, cuando el dulce trozo permanecía mucho rato siendo sostenido por sus labios antes de comerlo, dejándolos manchados.

._. Una aclaración. Disculpen por no hacerla antes y es que no se me pasó por la cabeza que fuesen a creer que Delirio es un serial. Solo es un conjunto de historias cortas que una vez comencé y nunca terminé. Les puse como título el nombre del integrante para que ustedes mismos pensaran en la persona que está a su lado. Su pareja favorita de Ryutaro en este caso.
:c siento no aclarar esto antes. Así que no lo lean con la idea de que es un serial, solo es una historia AU de cada uno. Ni siquiera las historias tienen relación unas con otras.
Les dejo la ficha.

Título: Delirio
Parejas: Alternativas
Género: AU, Lemon, Slash,
Extensión: conjunto de historias cortas.
Nota: No todas las historias contienen Lemon.
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Ryutaro #1
Hikaru #1

Siento tardar, pero tengo motivo… mi netbook está muriendo. La batería ya murió y quedó inservible, ni siquiera me sirve por unos minutos. Y como ahora solo uso el cable y también está muriendo, con un simple toque deja de darle corriente a la porquería esta… Perdí gran cosa de lo que había escrito y me dio la w*a y aún estoy molestar.
-__- lo siento por tardar pero me enojé tanto que dejé la historia hasta que se me pasara un poco.
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No podía decir “He esperado hacer esto por años” aunque en su mente aquello estaba presente. Si muchas veces vio su pecho desnudo y entre tratos fraternales le abrazó cuando no usaban camisa, tocando aquella piel y sentir la suavidad entre calor y sudor, realmente no esperaba tocarle más allá de eso. Era como un sueño del cual no quería despertar.

Ryutaro era distante, y cada que pasaban los años lo era aún más. Se podía bromear con él pero no era el tipo que se podía mantener abrazado, siquiera mantenerlo sentado sobre las piernas por mucho tiempo, pues parecía aburrirse o sentirse incómodo, por lo cual terminaba alejándose.

Hikaru

De pie fuera del baño esperó impaciente, moviendo repetidas veces los dedos contra la pared y mirando sigilosamente que nadie más que su hermano se acercara. Llevaba una semana planeando tocarlo, pero no sabía que en su casa –a pesar de por fin tener tiempo a solas– la sirvienta la cual era un lujo, estaría todo el día para fastidiarle los planes.

No sabía en qué momento ella aparecería, así que en el instante en que el susodicho se acercó distraídamente con su celular tomó su mano.

Ryutaro

La boda fue adelantada.

Ella era linda. Su largo vestido blanco lucía perfecto con su piel y los adornos de su cabello. En la iglesia no dejaba de admirar su belleza, ni cómo esas manos acariciaron suavemente su cuello antes de que unieran los labios. Esa argolla en su dedo relucía deslumbrante, tanto que ni las ovaciones la opacaban.

Su propia presencia fue silenciosa y oscura como una sombra. No sabía exactamente lo que sentía, solo que algo dolía en su pecho, ensombreciendo su mirada cuando les vio caminar de vuelta a la salida de la iglesia. En ningún momento su amo volteó a mirarle.

Y en la fiesta fue la última vez que le vio, siquiera recibió una despedida o un «espera por mí».

Gracias Amis por interesarte en este raro fic :c  y disculpa por tardar -_-
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-Alto ahí –pero una inesperada mano cubrió su boca, evitando el contacto con los labios de la chica- ¿No es esto un delito? Shiozaki Airu.

El nombrado se asustó al escuchar esa profunda y grave voz, aun sabiendo de quién se trataba, pero eso a la vez le relajaba, apartando de un manotazo la mano que cubrió su boca.

-Demonios Keito, pudiste avisar que estabas aquí –se quejó con un acelerado corazón, pues lo peor que podía pasar era que la madre de Ryuka llegara a casa.

-La puerta estaba abierta –miró a un desmayado Ryutaro- Sabía que serías un idiota –suspiró. No podría alejar sus sospechas si Ryuka no estaba consciente- Apártate ya, se ha desmayado –dijo lo evidente, pero para Airu aquella era una oportunidad, aunque con su amigo presente ya no.


Perdón por el retraso :c acabo de terminar de corregir este capítulo, pues no tuve tiempo antes (y tampoco me lo di) Es tarde, así que de seguro habrá muchas cosas incoherentes porque mi cerebro a esta hora está peor que en el día.
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Su humor no era el mejor y Kota podía percibirlo. La caminata por los pasillos les mantuvo en un silencio de sus voces, pero escuchando una que otra de las chicas que veían, incluso cuando llegaron al estacionamiento estudiantes femeninas se despedían de ellos. La limusina les esperaba, pero antes de entrar Kota, miró a su amigo.

-¿Y Daiki? –“¿Acaso es lo único que tiene en la cabeza?” Fue el pensamiento de un molesto pelinegro.

-Se fue antes –su voz sonó seca, y después de su respuesta terminó de subir al transporte.

-Y yo que pensé que nos iríamos juntos –Kota miró de reojo a su amigo, sonriendo leve al notar esa seria expresión que para muchos sería la de siempre, pero que él perfectamente sabía que tenía algo distinto- Así que… ¿es tu sirviente personal? –Kei miraba en dirección a la ventana, sin intenciones de tener una conversación en donde su sirviente estuviese incluido- Supongo que tomó el puesto de la sirvienta que antes tenías.

El verano nublaba sus mentes, sobre todo cuando en casa el aire acondicionado estaba defectuoso y Hikaru no hacía nada para evitar el calor. Atento a los acosos del tigre, Hikaru vestía una camisa manga corta y un short bien ajustado a su cintura, para que Keito no pudiese quitárselo con facilidad y dejarse llevar por sus juegos. Ahora sólo debía concentrarse en los estudios y pasar los exámenes de la universidad.

A pesar de la soledad en su habitación, escuchaba las risas provenientes de la primera planta. Era fin de semana y todos los habitantes de esa casa se encontraban abajo, intentando contrarrestar el calor con nieves. Incluso algunos solo llevaban puesto un short porque el cubrir sus torsos les sofocaba. Hasta Keito vestía de aquella manera, caminando descalzo por la casa, llevando en una mano un pote de nieve con salsa de fresa encima, meciendo su cola al compás de sus pasos silenciosos. Se detuvo frente a la puerta que le separaba del mayor, planeando cómo podría obligarle a quitarse esa molesta camisa y tirar la nieve sobre su pecho. No era una tarea difícil, pero primero quería estimularle y hacerle ceder a sus deseos. Pero toda idea acabó con un fuerte golpe, entrando sin permiso y asombrándose al ver a Hikaru tendido en el piso, sudando y frunciendo el ceño mientras su respiración era pesada y caliente.

Sé lo raro que es este fanfic porque incluye otros personajes, pero realmente espero que lo adoren al igual como yo lo hago.
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Insistentes susurros ahuyentaron su sueño, abriendo los ojos para encontrarse en una camilla sin saber cómo llegó ahí. Con cuidado se sentó al sentir un punzante dolor en su cabeza. Escuchaba claramente las voces de dos mujeres, y así cada vez más cerca mientras intentaban no hacer ruido. Pretendía levantarse, pero se vio envuelto en unos brazos que se lo impidieron.

Su cuerpo se tensó, asustado de no saber a quién tenía a su espalda. No podía ser Inoo, o tal vez sí. No estaba seguro de nada, solo de que aquellos brazos no pertenecían a una mujer, como él quisiera.

-La fiebre no ha bajado –el tibio aliento que salió de aquellos labios rozó la piel de su oreja, meciendo unos cabellos que rozaron los labios del desconocido. Su cuerpo fue halado hacia atrás, terminando semi acostado sobre el acosador y posó una de sus manos sobre su frente- Aún tienes fiebre. Es mejor que vuelvas a dormir –No había manera de dormir si su cabeza no dejaba de imaginar lo que podía hacerle mientras dormía.

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