Aquel que perdió el amor
Año 2006 Región Kantö
Prefectura de Chiba, Capital.
El sudor bajaba por los costados de su rostro, perdiéndose al llegar a su cuello. Escuchaba atentamente la llamada que el chico de 18 años, a tres metros de distancia tenía, con el celular en su mano izquierda, mientras en la otra tomaba firmemente el Shinai. Miró sus propias piernas y brazos, las marcas moradas aun no desaparecían a pesar de que ya había pasado una semana; día a día tenía más, si se borraban le aparecían otras, sustituyéndolas y hasta incluso siendo más grandes y dolorosas que las anteriores. Estaba cansado de hacer siempre lo mismo, no entendía por qué lo forzaban a entrenar tanto, descansando sólo cuando era la hora de dormir, cuando estas ni siquiera pasaban a ser 8 horas, porque el dolor que sentía después de cada baño, descansando en su cama, se hacía insoportable, quejándose y removiéndose varias veces antes de encontrar una posición cómoda.
La voz del mayor dejó de escucharla, el cual volteó para mirarle aun sentado en el piso.
-Levántate y sígueme -le dijo fríamente al igual que su mirada. No había ni un rastro de cariño, hasta ya no recordaba en qué momento comenzó a cambiar. La imagen del chico con expresión fría siempre se repetía en su mente. Hasta le temía, no podía no obedecerle temiendo el ser golpeado o castigado, entrenando hasta la madrugada. No quería más de eso.
Sin decir nada, se puso de pie, sintiendo el dolor de los golpes que recibió, pero no se quejó. Las palabras quedaron atascadas en su garganta, aun así su expresión fue lejos una de tranquilidad.