Este capítulo va dedicado a Amis y a Anónimo ._. que pidió un capítulo e_e Y gracias a todos los que leen y les gusta este fanfic *^*

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Las llamadas seguían y seguían, sabía quién era por lo cual no se daba la molestia de mirar la pantalla de su celular. Continuó estudiando sus ejercicios de algebra cuando el celular volvió a sonar y la tensión se acumuló en su mano, cargando tanto el lápiz que la punta de este se quebró. ¿Por qué tenía que insistir tanto? Entonces tomó el aparato y quitó la batería, lanzándola luego a la cama y suspirar.
¿Por qué solo ellos tenían que estar ahí dentro? Volvía a ser feliz antes de escuchar esa conversación.

–Ya no puedo estudiar… -se quejó mientras se echaba hacia atrás en su silla, dejando sus brazos caer hacia los lados y mirar hacia el techo de la habitación. Su mente estaba tan concentrada en la escena aquella que su mirada no se alejaba del techo– Los odio a todos… –Su mano se movió, dejándola sobre su cuaderno en el escritorio y luego un estruendoso ruido se escuchó cuando tiró las cosas que habían encima, entonces se escucharon pasos.

–¿Qué sucede? –Su hermano menor se asomaba, mirando a su hermano quieto con la vista hacia arriba. Y no necesitó que le respondiera, no cuando miraba el piso y las cosas tiradas– ¿Podrías comenzar a comportarte? –se quejó, esperando respuesta de su parte.

–Mmh… –Ryutaro se hizo un poco más hacia atrás para mirarle de cabeza.

–¡Contigo ya no se puede conversar! –Y la puerta fue fuertemente cerrada.

Ahora su hermano estaba molesto con él ¿Las cosas podían ser peor? Entonces la puerta volvió abrirse, dejándose ver a Shintaro con el teléfono en la mano.

–Es Yabu senpai. ¡Y ya deja de estar de cabeza, te hace mal! –no esperó a que Ryutaro respondiera ya que sabía que se negaría a responder, así que solo tiró el teléfono sobre la cama y salió de la habitación cuanto antes.



No quería responder, pero no tardó en moverse y tirarse a la orilla de la cama mientras estiraba el brazo hasta alcanzar el teléfono, para cuando lo tomó, comenzó a deslizarse hasta sentarse en el piso y acercar el teléfono a su rostro.

–¿Ryutaro? –escuchó desde el otro lado, pero de su boca no salían palabras– Ryutaro, ¿estás ahí? –¿Por qué insistía después de lo que hacía? ¿Acaso no se sentía mal? – Estás ahí… –afirmó el mayor. Estando también a solas en su habitación, podía escuchar claramente la respiración del menor a través del teléfono. Cargó la espalda en su silla, mirando fijamente la luz que caía sobre su escritorio, teniendo solo eso alumbrando el lugar– ¿Por qué no fuiste? En verdad… en verdad te quería ver…

“Mentiroso”

–¿Nos podemos ver? –hizo una pausa esperando respuesta del menor, pero esta no llegó– ¿Por qué ya no contestas mis llamadas, o siquiera los mensajes? –soltó un pequeño suspiro al sonreír de desesperación por una respuesta– Daiki…

–¿Por qué llamas?

–Porque quiero sa…

–¿Por qué insistes? –No le dejó terminar– Daiki debe ser muy insistente en que lo hagas –Los labios de Yabu se separaron, no entendiendo en ese momento– Realmente no creo que hayas hecho todo eso. No sé por qué me estarás llamando ahora pero… ¿Daiki está ahí contigo? –Soltó una corta risa de frustración– Debe estarlo, después de todo no harías nada de esto si no es porque él te lo está pidiendo, ¿no es así? –suspiró dejando caer la cabeza sobre la cama, volviendo la mirada al techo– Me hiciste creer que en verdad te preocupabas por mí, creí que… Es absurdo –afirmó– Creí que podría tener una oportunidad contigo pero eso es totalmente imposible, o siquiera que te preocupes realmente por mí –Kota seguía sin hablar, sus ojos demostraban su desesperación y agradeció que nadie estuviera mirándole en ese momento– Por favor… –escuchó en un susurro– No vuelvas a buscarme. No me llames al celular, menos a mi casa. No se te ocurra presentarte frente a mí porque te juro… te juro que lo vas a lamentar.

Ryutaro no dio pie a una respuesta, colgando y dejando caer el teléfono al piso. Ya volvía a llorar y no podía detenerse, tomándole por sorpresa que el teléfono volviera a sonar. Lo miraba desde arriba con sus ojos con lágrimas, distorsionando la imagen.

–¡Ya responde! –se quejó Shintaro desde afuera. No quería entrar, no si tendría que ver a su hermano en un estado realmente estresante.

Tomó el teléfono y presionó la tecla para tomar el llamado, pero de sus labios no salió nada.

–¿Alo? –y un suspiro de alivio soltó, aunque no estuviera del todo tranquilo.

–Inoo –El nombrado sonrió al reconocer aquella voz.

–¿No me querías contestar? Tu celular está apagado –dijo en tono de queja, sacándole una sonrisa al menor– ¿Qué haces? ¿Estudias los ejercicios que te di? Mira que mañana los pienso revisar y si no los has hecho te haré sufrir como nunca –Bromeó, pero Ryutaro no evitó cambiar la sonrisa por una expresión triste. ¿Se podía sufrir más? Fue lo que se preguntó.

–Eso hago, pero me interrumpes –Bromeó de vuelta y poco a poco se dejó caer sobre el piso alfombrado.

–¿Entonces cuelgo?

–¡No! –respondió enseguida.

–¿Entonces qué?

–Dime cómo fue tu día –Ryutaro frunció los labios y subió una mano hasta posarla sobre sus ojos, cubriéndolos e intentar relajarse después de la llamada anterior.

–¿Después de separarnos? –Kei rió un poco, haciendo que Ryutaro volviera a sonreír– Llegué al departamento, mmm… también tomé una ducha.

–No me cuentes lo que hiciste mientras te bañabas –La risa de Kei comenzó a escucharse desde el otro lado, riendo también y dejar caer la mano de su rostro hasta sobre su cabeza en el piso, dejando su frente despejada de cabello.

–Hey, que solo tomé un baño. Comí un poco y vi televisión, que no se puede hacer tanto en tan poco tiempo. Ahora estoy intentando dormir.

–¿Se puede intentar dormir mientras hablas conmigo? –no pudo escuchar la respuesta cuando Shintaro volvió a entrar en la habitación y vio a su hermano tirado en el piso con el teléfono aun ocupándolo.

–¡Ya cuelga! Necesito hacer una llamada –Ryutaro frunció el entrecejo, sintiendo nada de intimidad cuando su hermano no se dispuso a irse para dejarlo despedirse.

–Enciende tu celular –escuchó la voz de Kei.

–Está bien –Entonces colgó y miró a Shintaro– Ya sal de aquí –se puso de pie y le pasó el teléfono a su hermano, empujándolo suave para cerrar la habitación y luego sonreír. Se tiró a la cama y comenzó armar su celular, encendiéndolo rápido y en seguida este comenzó a sonar.

–Tardaste mucho –se quejó sonriente el mayor.

–No es cierto y tenía que sacar a Shintaro de aquí –La conversación siguió por minutos y luego por horas, y ninguno de ellos parecía darse cuenta, no hasta que Inoo miró por la ventana de su habitación y se acercó corriendo un poco la cortina, viendo la ciudad a oscuras.

–Ryutaro creo que hemos estado horas hablando –volvió a la cama, no sin antes apagar la luz de la habitación y acomodarse entre las sábanas por el sueño que comenzaba a sentir.

–¿De verdad? –se escuchó su voz un poco alejada y luego una suave risa, y Kei pudo imaginar la sonrisa en los labios de Ryutaro– ¿Deberíamos colgar?

–No, aún no.

–Pero es tu dinero –La voz del menor comenzaba a escucharse cada vez más baja.

–Te estás durmiendo –susurró Kei.

–No… No me estoy durmiendo –fue casi un balbuceo y Kei pensó que su sonrisa no podía ser más amplia.

–Claro que lo haces… ¿Ryutaro? –le llamó.

–¿Hm? –Cada vez se le escuchaba menos.

–Te quiero –pero respuesta no recibió, habiendo un silencio de cinco segundos– ¿Ryutaro? –y otra vez no hubo más que silencio, sonriendo triste al darse cuenta que Ryutaro se había quedado dormido– Buenas noches –susurró, pero se negó a colgar, queriendo quedarse ahí, mirando el techo oscuro de su habitación mientras lograba escuchar la suave respiración del menor. Volvió a sonreír y prefirió quedarse así, comenzando a quedarse dormido. Ni siquiera un minuto pasó cuando los ojos de Kei se cerraron por completo, dejando la llamada aún en línea, pero la batería hizo eco en la habitación, anunciando que se acababa y en un par de minutos más el celular se apagó, sin haber interrumpido el sueño de ninguno.


Cuando Ryutaro despertó a la mañana, estuvo somnoliento unos segundos, lamentándose el que fuera hora de levantarse ya que no quería ir a clases, pero de un sobresalto terminó sentado en la cama, sus manos buscaron el celular, tirando la almohada lejos de la cama y luego las mantas hacia atrás hasta que se encontraron con el piso. El celular no estaba y cuando lo encontró, el aparato estaba a un lado de la cama. Tan desordenado que era para dormir. Lo tomó rápido y miró que la llamada había sido cortada a las dos de la mañana, ni siquiera podía recordar las últimas cosas que habló con Kei y se sintió apenado por quedarse dormido sin siquiera despedirse.

Se limitó a escribir un mensaje corto antes de salir rápido de la cama y arreglarse para ir a clases, escribiendo unas pocas palabras de disculpa. La respuesta a su mensaje no llegó sino hasta la tarde. Kei no había hecho más que dormir hasta muy tarde para luego levantarse y cargar su celular, revolviéndose el cabello por no darse cuenta que comenzaba a dormirse.

Las clases de Ryutaro acabaron y ya era hora de irse al departamento de Inoo. No le quedó de otra que terminar los dichosos ejercicios después de cada clase.
A pasos rápidos se acercó a la salida, mezclándose con la multitud, sin darse cuenta sino hasta ya estar bastante cerca, de que Daiki y Kota estaban afuera, seguramente esperándolo. Intentó esconderse detrás de otros chicos, sacando su celular y mirar la hora. Parecía que Ryutaro no se había dado cuenta, por lo que Daiki gritó su nombre para llamar su atención, entonces el menor levantó la mirada y con lo primero que se encontró fue con la mirada de Yabu, quién la apartó hacia abajo y susurró algo a Daiki que pareció no gustarle ya que intentó detenerle, pero otras palabras del mayor le hicieron soltarlo y luego Daiki corrió hacia Ryutaro.

–Que bueno que te encontramos antes de irte –dijo con gran sonrisa.

–¿Por qué? –preguntó suave y evitando mirar al líder de grupo.

–Es que… –se acercó más a la oreja del menor, apartándolo a la vez de la multitud– Kota me dijo que volverías a la agencia, entonces te estuvimos esperando ese día. ¿Ocurrió algo? Aún puedes volver.

Aunque intentara evitarlo, Yabu no podía evitar desviar la mirada de vez en cuando, encontrándose con el rostro de Ryutaro ya que Daiki solo le daba la espalda. A pesar de no tener la mirada del chico sobre él, se notaba que Ryutaro no estaba para nada cómodo.

–No lo haré –La expresión de Daiki cambió y le tomó fuerte del brazo sin darse cuenta.

–¿Po… por qué? –sonrió afligido–

–Lo siendo Dai-chan, pero debo concentrarme en mis estudios. Incluso ahora no me está yendo bien. Ahora debo ir a unas clases que me darán. Lo siento –sutilmente se soltó de su agarre, apartando la mano del chico y sonreír forzado– Ya debo irme o llegaré tarde. Perdón por hacerte venir, pero te agradecería que no lo volvieras hacer –Tal vez sus últimas palabras las dejó salir con veneno, ya que la envidia no podía dejar de sentirla.

Y diciendo un bajo “Adiós” se fue corriendo en dirección al autobús, queriendo alejarse cada vez más de ambos y no sintió alivio hasta que subió al transporte público, hundiéndose en su asiento.

–Ryutaro está muy preocupado de sus estudios –susurró Daiki, cabizbajo y mirando aún el camino que el menor había tomado.

–Te dije que no era bueno venir –susurró de vuelta el mayor.

–¡Pero le quiero! ¡Quiero que vuelva porque nada es lo mismo, incluso tú no eres el mismo! –se quejó, mirando al chico tan rápido como pudo con esos ojos tristes, logrando sacarle una sonrisa.

–Tienes razón –Posando una mano en la cabeza del más bajo, Kota revolvió sus cabellos soltando un suspiro, el cual estaba lleno de preocupaciones, cansancio y una pisca de alegría por tener a Daiki frente a él– Pero por ahora es mejor dejarle. Estoy seguro que volverá –la saliva pasó dolorosamente por su garganta después de esas palabras– Estoy seguro –y dolió más hablar mientras mantenía una sonrisa, solo para poder tranquilizar al menor, cosa que logró cuando Daiki sonrió.

–Eres el mejor líder, ¿lo sabías? –afirmó Daiki.

..

Quiso asegurarse de que no lo seguían, sabiendo ya cómo comenzaba a ser Daiki, miró hacia atrás por la ventana del autobús, soltando un suspiro de alivio cuando no los vio.
Aún después de la conversación con Yabu, este se atrevía a aparecer frente a él y sus celos por el poder que tenía Daiki sobre el mayor le dejaban cada vez mal. Pero las cosas se podían solucionar o mejor dicho olvidar tan solo por unas horas al estar con Kei. Y entonces su celular comenzó a vibrar dándole un gran susto, cosa que la persona detrás suyo notó y no pudo evitar reír en un tono bajo.

–¿Por qué vas tan tarde? –Fue lo primero que se escuchó, haciéndole alzar la ceja y alejar el celular de su oreja para ver la hora.

–Dije que iría a las 3 –Se quejó de vuelta el menor.

–Son las 4 –Ryutaro ni siquiera podía pensar que en el rostro de Kei se dibujaba una sonrisa mientras miraba por la ventana del departamento, caminando de un lado a otro impaciente por su llegada.

–¡Kei, son las 3 menos diez! –Alzó la voz olvidando por completo en dónde se encontraba, ganándose miradas curiosas y una que otra voz baja quejándose.

El mayor comenzó a reír, terminando por cargarse en la pared a un lado de la ventana.

–¿Hiciste todos los ejercicios?

–¿No puedes esperar hasta que llegue? –Las quejas de Ryutaro podían sacarle tantas sonrisas. Negó suavemente aunque el otro no lo estuviera mirando.

–No, así que dime. ¿Los hiciste o no? –en cambio Kei podía imaginar ese entrecejo fruncido por su insistencia.

–Sí, sí los hice, pero no estoy muy seguro de que estén bien –Un suspiro se escuchó, haciéndole fruncir mucho más el entrecejo porque sabía que Kei quería burlarse.

–Si no tienes siquiera una buena, entonces tendrás que cocinar la cena de esta noche –dijo muy tranquilo.

–¡¿Ah?! ¡¿Crees que puedo quedarme hasta muy tarde?! –Ryutaro volvió alzar la voz.

–Puedes quedarte aquí

–No puedo –Respondió rápido– Tengo un examen que dar mañana.

–¿Y cuál es el problema de estudiar aquí?

–Además tampoco tengo para cambiarme –Kei se quedó en silencio un momento.

–Entonces yo––

–¡Oh, rayos! –El mayor se sorprendió con tan repentina interrupción– ¡Me pasé de parada! ¡Mejor hablamos cuando llegue, adiós! –Kei ni siquiera alcanzó articular palabra cuando abrió la boca para responder, Ryutaro ya había colgado y tampoco sabía que tan lejos podía estar si se había pasado de parada. Pero aún nada podía quitarle la sonrisa, tomando sus llaves y salir del departamento para esperar al menor abajo.


Ryutaro corría de vuelta todas esas cuadras que se pasó, tan rápido como sus piernas le daban o tal vez tan rápido ya que la calle estaba en bajada, casi volviendo a pasarse al no poder detenerse de inmediato. Kei le miró sorprendido cuando le vio agitado frente al edificio. Ryutaro se iba a cercando, caminando realmente cansado y con una mano en el pecho. Para cuando ya estuvieron frente a frente el menor se cargó en una de sus piernas, quedando así encorvado tratando de tomar aire.

–Ya son las 4 y quince minutos ¿sabes? –Kei miró su reloj pulsera para asegurarse del tiempo– Y dijiste que estarías aquí a las 3 –El menor no hacía nada más que intentar asentir mientras se le escuchaba agitado.

–Lo siento… No pude… Llegar antes –aún no podía hablar bien, pero sí comenzar a levantarse.

–No no. Las cosas no son tan fáciles. Esta noche tendrás que hacer mi cena, por lo que tendrás que quedarte –Puso una mano sobre el hombro del menor y se acercó lo suficiente hasta que sus frentes hicieron un pequeño choque, manteniendo sus miradas así de cerca, sin que ninguno la apartara mientras uno de ellos (el mayor) sonreía– Y si algún ejercicio está mal entonces dormirás conmigo en la cama –aquello no evitó que Ryutaro se sonrojara, y no fue que tomara sus palabras de una forma insinuante, sino por la cercanía, la agitación… y también las palabras.

–¿Y si están todas bien? –preguntó no muy seguro de saberlo.

–Dormirás en el sofá –sentenció y se alejó, comenzando a entrar al edificio.

–¡¿Ah?! ¡Espera! ¡Esto es completamente injusto! –le siguió detrás– ¿No debería ser “Entonces tú ocuparás mi cama”?

–No. Eso sería injusto para mí ya que la cama es mía –dijo con una sonrisa mientras entraba al ascensor.

–¡Pero es injusto! –continuó quejándose el menor, sintiéndose con el pecho pesado y apretado. Deseando realmente que ninguno de sus ejercicios estuviese bien, porque dormir en un sofá no era nada cómodo, pero la cama del mayor tampoco era tan grande como para compartirla, entonces pensó que saldría perdiendo de cualquier manera.


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Olvidé poner lo más importante u_u Gracias Ago por ayudarme con este fanfic. Si no es por ti y tus locas ideas varios de mis fics estarían más que estancados.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

por el amor de dios santisisisisisimo!!!! te amooooooooooooooooo! necesitaba una actulizacion tuya... increible!!!! me encanto el cap... mas kiero mas... no te demores T_____T
el inootaro no se deberia hacer esperar.

AmiS

Paoo Inoue dijo...

-Se tira a la cama y mueve las manos frenéticamente hacuendo un berrinche-

AAAAAAAAAARRRRRGHHHH!

NOOOOOOOOOOOOO. No no no! T----------------T se me retuerce el hígado cada que leo esto!
Yuuki eres cruel con mis sentimientos ♥ sabes que soy Inoodai Shipper y me oblgas a leer! (?) -vino aqu por su cuenta-

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